Resulta que ahora mi tormenta no quiere tus truenos.

Resulta que ahora mi tormenta no quiere tus truenos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ojalá hubiera tenido a mano una linterna pequeña; y un cepillo de dientes también. Tantear en la oscuridad a la mañana siguiente no facilitaba las cosas. Por lo menos había encontrado el sujetador y un zapato; y cuando palpó la banda elástica de las bragas, soltó una exclamación de pura satisfacción.
El sujetador, un zapato y las bragas.Tendría que marcharse solo con eso. EL bolso estaría abajo, donde lo había dejado. Dentro había unas pastillas mentoladas y dinero para tomar un taxi. Habría asesinado a alguien por conseguir un café. Habría mutilado a quien fuese por oler el aroma del café.
Siguió examinando el suelo a cuatro patas y exclamó mentalmente "¡Ajá!" cuando tropezó con el zapato que le faltaba.